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I. Introducción y Fundamentos de la Neurofisiología Autonómica (SNA)

I.1. La Arquitectura del Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y su Rol Regulador

El Sistema Nervioso Autónomo (SNA) opera como el principal regulador de los procesos fisiológicos que ocurren de manera inconsciente, manifestando su carácter intrínsecamente autónomo. Tradicionalmente, este sistema se divide en dos ramas principales: el Sistema Simpático (SNS) y el Sistema Parasimpático (SNP). El SNS es típicamente asociado con la respuesta de «lucha o huida», incrementando funciones de gasto energético como la frecuencia y contractilidad cardíaca, la broncodilatación, la glucogenólisis hepática, y la tasa metabólica basal.

En contraste, el SNP es conocido por su función de «descanso y digestión». La estructura central del SNP es el Nervio Vago (Par Craneal X), el nervio craneal más extenso del cuerpo, el cual se proyecta desde el bulbo raquídeo a través de las regiones cervical y torácica hasta la cavidad abdominal. El nervio vago es esencial en el control de funciones viscerales fundamentales, incluyendo la regulación de la frecuencia cardíaca, la respiración, la deglución, la fonación y, de manera crucial, la digestión. La comprensión de las funciones integradas del SNA es indispensable para abordar la fisiopatología sistémica, ya que sus trastornos pueden afectar a prácticamente todos los aparatos del cuerpo.

I.2. Interacciones Neuroendocrinoinmunológicas (NEI)

La fisiología moderna reconoce que la homeostasis se mantiene mediante una compleja comunicación bidireccional, denominada interacciones neuroendocrinoinmunológicas(NEI). Esta red de comunicación existe entre el Sistema Nervioso Central (SNC), el sistema endocrino y el sistema inmune desde las etapas tempranas del desarrollo.

La clave de esta interconexión reside en los mediadores solubles y sus receptores. Por un lado, las células del sistema inmune y otras células productoras de citocinas expresan receptores para una amplia variedad de neurotransmisores liberados por el sistema nervioso. Por otro lado, las citocinas (producidas local o periféricamente) actúan como neuromoduladores, influyendo en las respuestas y el perfil de secreción del SNC, lo que establece una comunicación extremadamente estrecha entre ambos sistemas. La regulación de la respuesta inmunológica por el sistema nervioso se canaliza a través de tres grandes rutas principales: la vagal, la simpática y la colinérgica.

Para propósitos didácticos y de clarificación funcional, la siguiente tabla resume los roles opuestos del SNS y SNP en el mantenimiento del equilibrio sistémico:

Tabla I: Roles Opuestos del SNA en la Regulación Sistémica

Sistema Fisiológico​Sistema Simpático (SNS)​Sistema Parasimpático (SNP/Vago)​Impacto de la Hipotonía Vagal

Inflamación Sistémica​

Promueve (liberación de citocinas por estrés, activación de macrófagos/endotelio)

Inhibe (Vía Colinérgica Antiinflamatoria, ACh → α7 nAChR en macrófagos)

Riesgo incrementado de inflamación sistémica crónica y descontrolada (ej. EAI, Sepsis)

Coagulación/Hemostasia​

Aumenta (Hipercoagulabilidad por estrés, activación plaquetaria vía catecolaminas)

Inhibición indirecta (mantenimiento del estado antiinflamatorio que reduce la trombogénesis inducida por citocinas)

Mayor tendencia pro-trombótica, especialmente bajo estrés o inflamación persistente

Digestión (Motilidad/Secreción)​

Inhibe la motilidad, disminuye secreciones digestivas

Estimula la motilidad (peristalsis) y la secreción de jugos digestivos (ácido, enzimas, bilis)

Deterioro de la digestión, retardo en el vaciamiento gástrico, Dumping, y riesgo de litiasis biliar

II. Regulación Autonómica de la Inflamación Sistémica: El Equilibrio entre SNS y SNP

II.1. El Reflejo Inflamatorio Vagal (Vía Colinérgica Antiinflamatoria – CAIP)

El nervio vago es reconocido como el «freno» antiinflamatorio del cuerpo. La primera de las rutas de modulación inmune por parte del sistema nervioso es la vagal.

El mecanismo inicia en la rama aferente, donde las neuronas del vago detectan la elevación de citocinas proinflamatorias periféricas (como ocurre en la infección o el trauma). Esta información sensorial se transmite rápidamente al Complejo Dorsal Vagal(DVC) o directamente al Área Postrema (AP), y de allí al Núcleo del Tracto Solitario (NTS) y al Núcleo Paraventricular (PVN). Esta detección interna del estado inflamatorio desencadena una modulación neurohormonal mediada por el eje Hipotalámico-Hipofisario-Adrenal (HHA).

La respuesta eferente es la «vía parasimpática antiinflamatoria» o «vía colinérgica antiinflamatoria» (CAIP). Esta respuesta vagal eferente es notablemente rápida y se distribuye a través del sistema retículo endotelial y otros órganos periféricos. La estimulación eléctrica del nervio vago ha demostrado consistentemente su capacidad para atenuar la inflamación, disminuyendo los niveles séricos y tisulares de citocinas proinflamatorias y previniendo la hipotensión y el choque séptico en modelos animales expuestos a endotoxinas.

El Rol Molecular Crítico del Receptor Nicotínico α7 ( α7 nAChR)

El componente molecular de la CAIP es la Acetilcolina (ACh), el principal neurotransmisor vagal. La ACh ejerce su efecto antiinflamatorio inhibiendo específicamente la síntesis del Factor de Necrosis Tumoral alfa (TNF-α) de forma dosis-dependiente en cultivos de macrófagos estimulados por endotoxinas.

Este mecanismo no se media por los receptores muscarínicos clásicos, sino que depende fundamentalmente de la subunidad α7 del receptor nicotínico de acetilcolina (α7 nAChR). El α7 nAChR se expresa en diversas células no neuronales, incluyendo monocitos y macrófagos. La activación de este receptor en las células inmunes periféricas suprime la producción de citocinas proinflamatorias (TNF-α, IL-1$\beta$, IL-6) mediante mecanismos postranscripcionales.

La subunidad α7 del receptor nicotínico es un componente indispensable y altamente específico de la ruta colinérgica antiinflamatoria. Esta especificidad se demuestra en modelos experimentales: en ratones deficientes para la subunidad α7, la estimulación eléctrica del nervio vago es incapaz de disminuir los niveles de citocinas proinflamatorias, y estos ratones presentan una sensibilidad significativamente mayor a los estímulos inflamatorios. La conclusión fisiopatológica es clara: la pérdida o disfunción de la actividad del α7 nAChR equivale a la pérdida del freno vagal, permitiendo que la inflamación, particularmente mediada por TNF-α, progrese sin modulación. Esto convierte al α7 nAChR en una diana terapéutica primordial.

Tabla II: Componentes Celulares y Moleculares de la Vía Colinérgica Antiinflamatoria (CAIP)

Componente de la Vía​Descripción Funcional​Mediador/Receptor Clave​Efecto Fisiológico

Rama Aferente (Sensorial)​

Detecta la elevación de citocinas periféricas

Neuronas aferentes del Nervio Vago (AP, DVC)​

Transmisión de la señal al Núcleo del Tracto Solitario (NTS) en el tronco encefálico

Rama Eferente (Motora)​

Impulso de respuesta rápida desde el SNC hacia los órganos periféricos

Neuronas eferentes vagales (Acetilcolina – ACh)​

Liberación de neurotransmisores en la periferia, incluyendo el bazo y macrófagos locales

Célula Diana Inmune​

Macrófagos y otras células inmunes periféricas

Receptor Nicotínico α7 ( α7 nAChR)

Inhibición postranscripcional de la síntesis de citocinas proinflamatorias (TNF-α, IL-1$\beta$, IL-6)

Función Crítica​Mantiene la homeostasis inmunológica y previene la hipercitoquinemia en respuesta al trauma o infección​

Integridad del α7 nAChR

Protección contra la hipotensión y el choque séptico inducido por endotoxinas

II.2. El Rol Proinflamatorio del Sistema Simpático y el Estrés

Mientras el vago ejerce un freno, el SNS actúa como un acelerador potencial de la inflamación. El estrés, ya sea de naturaleza física o psicológica, induce cambios emocionales que modulan directamente la actividad de las células que participan en la respuesta inflamatoria. Se ha documentado que estímulos estresantes, como la depresión mayor o el estrés postraumático, favorecen la secreción de citocinas proinflamatorias y proteínas de fase aguda.

Las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), liberadas por el SNS, regulan el perfil de secreción de citocinas. En contextos específicos, el estrés psicológico puede ser inmunoactivador, impulsando un aumento en los niveles de IL-6, IL-1 y TNF-α. La exposición crónica o aguda a altos niveles de catecolaminas no solo desregula la inflamación, sino que también promueve la activación endotelial, un precursor clave en la aterosclerosis y la enfermedad cardiovascular.

Es relevante señalar que la modulación simpática no es puramente proinflamatoria. Los neurotransmisores del SNS pueden tener efectos inmunosupresores o inmunoactivadores dependiendo del subtipo de adrenorreceptor estimulado. Por ejemplo, los datos sugieren que los agonistas α2 adrenérgicos pueden inhibir la acumulación de neutrófilos en un foco de inflamación y reducir la capacidad del endotelio para sobreexpresar moléculas de adhesión como ICAM-1 en respuesta a TNF-α. No obstante, en estados críticos como el shock séptico, la aparición de resistencia a catecolaminas se considera un marcador de extrema gravedad, evidenciado por puntuaciones altas en la escala de evaluación de falla orgánica secuencial (SOFA). Esta resistencia sugiere el fracaso o agotamiento de las vías adrenérgicas de modulación, culminando en un estado de desregulación sistémica que acelera la disfunción orgánica.

III. El SNA en la Hemostasia y Coagulación

III.1. Control Simpático de la Coagulación: La Hipercoagulabilidad Inducida por Estrés

La influencia del SNA sobre la hemostasia es profunda, con el SNS desempeñando un papel clave en el fomento de un estado protrombótico. El estrés emocional se ha asociado consistentemente con la enfermedad coronaria y una mayor incidencia de eventos cardiovasculares. El aumento de la actividad simpática sostenida, como se observa en la hipertensión arterial, favorece una tendencia a la coagulación debido a un aumento de la actividad plaquetaria y la disminución del volumen plasmático.

El estrés mental tiene un impacto directo en la función plaquetaria. En pacientes con cardiopatía isquémica, por ejemplo, se ha demostrado que las mujeres exhiben una mayor respuesta plaquetaria a la serotonina y la epinefrina tras el estrés mental. Esta hipercoagulabilidad inducida por el estrés aumenta el riesgo de padecer trombosis venosa profunda, infartos cerebrales y otros eventos trombóticos. La adrenalina liberada en respuesta a la activación simpática es un potente inductor de la activación plaquetaria, lo que contribuye a la hemostasia junto con la contracción de los vasos sanguíneos y la acción de los factores de coagulación.

III.2. Influencia Parasimpática: Modulación Indirecta (Antiinflamación y Trombogénesis)

La investigación no ofrece un mecanismo explícito del nervio vago en la regulación directa de la fibrinólisis (la descomposición de los coágulos). Sin embargo, la interconexión entre la inflamación y la coagulación es ineludible: la activación plaquetaria es un desencadenante de la inflamación y la aterosclerosis , y la cascada de coagulación misma puede llevar a un estado proinflamatorio (ej., mediante la activación de la bradiquinina).

En este contexto, el rol parasimpático es fundamentalmente indirecto, pero protector. Al suprimir la liberación de citocinas proinflamatorias clave (como TNF-α) a través de la CAIP , el vago mitiga la activación endotelial y la subsiguiente expresión de moléculas protrombóticas, incluyendo el factor tisular. La trombosis, por lo tanto, debe interpretarse como una consecuencia del desequilibrio del SNA, no simplemente como una función vascular. El estado patológico se caracteriza por un dominio simpático exacerbado (mediado por el estrés y las catecolaminas ) y una falla parasimpática (pérdida del control antiinflamatorio ). Esta doble disfunción neuro-hemostática crea un estado doblemente protrombótico.

IV. Regulación Vagal de la Fisiología Gastrointestinal y Consecuencias de la Denervación

IV.1. Control Parasimpático de la Fisiología Digestiva

El nervio vago es el principal eje de la regulación gastrointestinal, trabajando en coordinación con el sistema nervioso entérico (SNE), una estructura altamente compleja que se asemeja funcionalmente al SNC. Las eferencias vagales son vitales para coordinar la motilidad y la sensibilidad del tubo digestivo.

El control parasimpático sobre la digestión incluye:

Motilidad y Tránsito: Regula el transporte en el esófago, la mezcla mecánica en el estómago y la motilidad intestinal.

Secreción Glandular: Estimula la secreción de ácido gástrico. En el páncreas, estimula la secreción de enzimas pancreáticas y bicarbonato, crucial para neutralizar la acidez. También estimula la contracción de la vesícula biliar, facilitando la liberación de bilis (un efecto mediado en parte por la liberación de colecistocinina).

Esta estrecha conexión neuro-visceral, conocida como el eje vago-intestinal, subraya que la estimulación y el cuidado del nervio vago, a través de hábitos saludables y relajación, tienen un impacto positivo significativo en la salud gastrointestinal y el bienestar general.

IV.2. Consecuencias Clínicas de la Pérdida de Tono Vagal (Vagotomía)

La pérdida de la actividad vagal, históricamente observada tras procedimientos quirúrgicos como la vagotomía (corte del nervio para reducir la secreción ácida en el tratamiento de úlceras pépticas) , ilustra dramáticamente las consecuencias de esta denervación.

La vagotomía, especialmente la troncular, produce alteraciones significativas en la evacuación gástrica, que a menudo requieren un procedimiento adicional de avenamiento gástrico. Las complicaciones más notables incluyen:

Síndrome de Dumping: Caracterizado por el paso rápido de contenido gástrico al intestino delgado.

Deterioro Nutricional: Las modificaciones tácticas en la cirugía demuestran que los trastornos funcionales consecuentes a la vagotomía (como el vaciamiento gástrico alterado) pueden conducir a un estado de desnutrición.

Litiasis Biliar: La denervación vagal se ha asociado con un aumento en la incidencia de litiasis biliar post-operatoria (alrededor del 6.9% en el seguimiento a largo plazo), presumiblemente debido a la alteración en el estímulo de contracción de la vesícula biliar.

El impacto de estas consecuencias demuestra que el vago no solo estimula, sino que coordina y cronometra el proceso digestivo completo (secreción y motilidad). Su disfunción crónica (hipotonía vagal) implica un deterioro digestivo global que puede contribuir a la disbiosis y, potencialmente, a una inflamación de bajo grado, perpetuando el ciclo de la inflamación sistémica. La disfunción vagal también se ha relacionado con trastornos gastrointestinales funcionales, como el Síndrome del Intestino Irritable (SII), donde la modulación neuro-sensorial es clave.

V. Impacto Fisiopatológico de la Disfunción o Hipotonía Vagal (Foco Docente)

V.1. La Hipotonía Vagal como Factor de Vulnerabilidad Sistémica

La hipotonía vagal, que se refiere a una deficiencia en la capacidad reguladora parasimpática (a menudo evaluada por la variabilidad de la frecuencia cardíaca), es un punto de vulnerabilidad fisiopatológica crucial. Esta reducción en la capacidad de respuesta del vago se traduce directamente en una capacidad disminuida para ejercer el freno inflamatorio necesario para mantener la homeostasis.

Esta disfunción es particularmente relevante en el contexto de las enfermedades autoinmunes (EAI). Se sabe que en condiciones como el Lupus Eritematoso Sistémico o la Artritis Reumatoide, existe una desregulación significativa en la comunicación NEI. La baja actividad vagal en estas patologías implica que el mecanismo de freno (CAIP) falla, lo que permite que la inflamación crónica progrese sin el control modulador esencial, justificando la exploración de la estimulación vagal como estrategia terapéutica.

V.2. La Falla Vagal en Estados Críticos y Metabólicos

La pérdida de la actividad vagal no solo contribuye a la cronicidad de las EAI, sino que también es un factor pronóstico crítico en estados agudos y metabólicos.

Sepsis y Disfunción Orgánica Múltiple (DOM)

La sepsis y el shock séptico se definen por una respuesta inflamatoria sistémica descontrolada que conduce a la disfunción orgánica. La disfunción del nervio vago es un componente central de esta fisiopatología. La pérdida del freno α7 nAChR en macrófagos libera la producción de citocinas proinflamatorias como el TNF-α e IL-6, que se vuelven exponenciales. Esta hipercitoquinemia impulsa la disfunción endotelial, la coagulopatía y, en última instancia, la Disfunción Orgánica Múltiple (DOM). Los estudios en modelos de shock demuestran que la vagotomía aumenta la sensibilidad a los estímulos inflamatorios, lo que refuerza la conclusión de que la CAIP es esencial para la supervivencia ante una respuesta inmune sistémica. La hipotonía vagal debe considerarse un factor de riesgo para la cronificación de la enfermedad y el desarrollo de estados hiperinflamatorios agudos en el ámbito hospitalario, ya que la capacidad de amortiguar la tormenta de citocinas se pierde.

Síndrome Metabólico (SM) y Diabetes

El nervio vago interviene activamente en la regulación endocrina y el control metabólico. El Síndrome Metabólico y la Diabetes son condiciones intrínsecamente ligadas a la inflamación crónica. La disfunción vagal se relaciona con la regulación alterada de la glucosa y la sensibilidad a la insulina. El eje neuro-metabólico incluye la modulación de hormonas pancreáticas como el Polipéptido Pancreático (PP), producido en los islotes de Langerhans, que disminuye el apetito y cuya liberación está bajo influencia neural, sugiriendo una vía de comunicación crucial para la homeostasis energética. Una disfunción crónica del vago puede, por lo tanto, deteriorar la coordinación metabólica y contribuir a la resistencia a la insulina y la inflamación de bajo grado característica del SM.

VI. Implicaciones Terapéuticas y Recomendaciones Clínicas

El entendimiento del SNA como un sistema activo de inmunidad y no solo un regulador de fondo ha abierto nuevas fronteras en la medicina traslacional, enfocadas en restaurar el equilibrio a través de la modulación colinérgica.

VI.1. Estrategias de Estimulación del Nervio Vago (VNS)

La estimulación del nervio vago (VNS) busca reactivar la CAIP y restaurar la homeostasis inmunológica. Existen dos enfoques principales: la VNS invasiva, que implica el implante de dispositivos , y la estimulación no invasiva (transcutánea o tVNS).

La evidencia clínica en patologías inflamatorias crónicas es prometedora. La VNS ha demostrado ser una opción de tratamiento viable y bien tolerada en pacientes con Artritis Reumatoide (AR), incluso en aquellos resistentes a las terapias convencionales, lo que indica su potencial para modular eficazmente la respuesta inmune. Además, se ha investigado la estimulación no invasiva del nervio vago en el ámbito de las patologías agudas, como en pacientes con COVID-19 y síntomas respiratorios, con el objetivo de mitigar la morbilidad y la mortalidad mediante la activación de la vía antiinflamatoria.

VI.2. Modulación Farmacológica del Tono Parasimpático

A nivel farmacológico, el tono parasimpático puede incrementarse utilizando parasimpaticomiméticos, que son agonistas colinérgicos (tanto de acción directa como indirecta, como los inhibidores de la colinesterasa). Estos buscan aumentar la actividad colinérgica a nivel central y periférico.

Sin embargo, el descubrimiento de la especificidad del α7 nAChR en la CAIP  dirige el desarrollo de terapias hacia agonistas altamente selectivos. El éxito en el entendimiento molecular de que la inhibición de TNF-α es nicotínica (vía α7) y no muscarínica permite la búsqueda de fármacos que puedan replicar el efecto antiinflamatorio vagalsin los efectos secundarios generalizados asociados a la activación muscarínica. Este enfoque representa la reintroducción de la sabiduría del SNA en la inmunomodulación, buscando un «neuro-freno» sintético contra la inflamación descontrolada.

VII. Conclusiones y Perspectivas Futuras

El Sistema Nervioso Autónomo no es un mero sistema de control basal, sino un pilar activo de la inmunidad y la homeostasis fisiológica. El análisis profundo de las interacciones neuro-viscerales confirma que el equilibrio entre el SNS y el SNP determina la salud sistémica.

La pérdida de la actividad vagal o hipotonía vagal se establece como un factor de vulnerabilidad central que desequilibra tres ejes fisiológicos fundamentales:

Inflamación: La falla del Reflejo Inflamatorio Vagal (CAIP), mediada por la disfunción del receptor α7 nAChR en macrófagos, elimina el principal freno a la producción de citocinas proinflamatorias (TNF-α, IL-6). Esta vulnerabilidad es crítica en estados como la sepsis, donde contribuye a la Disfunción Orgánica Múltiple, y en la cronificación de enfermedades autoinmunes.

Coagulación: La hipotonía vagal, al permitir la inflamación descontrolada, potencia el estado protrombótico inducido por el dominio simpático (estrés/catecolaminas), incrementando el riesgo de eventos trombóticos.

Digestión y Metabolismo: La denervación o disfunción vagal provoca una descoordinación digestiva (dismotilidad, dumping, alteración del vaciamiento gástrico, riesgo de litiasis), resultando en un deterioro nutricional y metabólico que retroalimenta la inflamación sistémica.

La especificidad molecular de la CAIP, centrada en el α7 nAChR, traslada el paradigma terapéutico de la simple supresión de citocinas hacia la restauración de los mecanismos de autorregulación del cuerpo. La estimulación del nervio vago, tanto invasiva como no invasiva, y el desarrollo de agonistas farmacológicos específicos para el receptor α7 nAChR representan la próxima frontera en la medicina de precisión para el tratamiento de síndromes inflamatorios, autoinmunes y metabólicos. El monitoreo y la restauración del tono vagal podrían convertirse en un objetivo primario en el manejo de pacientes críticos y crónicos para mitigar la vulnerabilidad sistémica.

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Dr. Jorge Cubrias
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